sábado, 29 de diciembre de 2012

Instrucciones para sonreír


Deje quemar los frijoles. Espante a un búho. Despéinese. Aviente la casa por la ventana. Abra la boca. Saque la lengua. Cierre la boca. Chifle. Compre un espejo grande. Rómpalo. Recuerde que romper un espejo le traerá mala suerte durante siete años. No se preocupe. Úntese miel en lo ojos. Infle los cachetes mientras da tres vueltas sobre su propio eje. Hable con un pez pequeño, luego con uno mediano e ignore al más grande. Meta su mano izquierda a su bolsillo derecho. Saque una envoltura de chicle. Doble la envoltura de chicle nueve veces a la luz de la luna. Siéntese en una silla rota. Imagine que no está rota. Escuche a un fantasma e invítele una cerveza. Posteriormente, sostenga todo el universo en sus manos. Mantenga la calma, que no se le escape ni una estrella, ni un planeta, ni un extraterrestre, ningún humano. Es importante hacer caso omiso al tiempo, que la noche no llore como los ojos lloran cuando los moscos quieren penetrarlos y que el Índice Metropolitano de la calidad del aire en la ciudad no rebase el 101. Compre unas papas en la tienda. Regale el tazo y evite, con todas las ganas del mundo, no mostrar ningún gesto de desagrado en su cara. Siga leyendo estas instrucciones. Aplaste una ballena. No se ande con rodeos y vaya al grano. Que un gato lo rete con la mirada lo arruinará todo. Evite los días rojos, los verdes y los blancos. Procure que sus orejas no estén calientes, que sus cejas no sean más de 1,520 y que al bajar una escalera, primero baje un pie y luego el otro. Una vez que ató un caballo a una vaca antes de las seis de la mañana vuélvase a peinar. Recoja la casa que aventó por la ventana. Tenga cuidado de que ningún vecino lo haya visto. Si lo vieron, desaparezca. Váyase lejos, muy lejos y nunca regrese. Hakuna Matata. 




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