lunes, 8 de agosto de 2011

El ritual



Siempre le pongo atención al silencio. 
Espero ansiosa el murmullo, la voz, la risa, la conciencia... 
(o al menos eso intento)
Apago las luces antes de dormir, 
pongo la cabeza sobre una almohada, 
me aseguro de que mi cama tenga sábanas, colchas  y quizá
alguna que otra cobija para el frío.


Sí, todo eso hago. 


Y luego, cierro los ojos.
A veces, procuro que el sonido de mis pestañas sea el mínimo, 
que el talón de mis pies quede estrictamente desalineado, 
que mi naríz no estornude, 
que no silbe, que no cante... (sí, mi nariz a veces canta)
Entonces, pongo mi mente en blanco 
y luego en negro, luego en rojo, morado, naranja.
Y luego pienso en el limón, 
y en el pay de limón,
y en la gelatina de limón
y en lo horrible que es pensar en limón cuando tratas de concentrarte.




Poner atención al silencio.
Eso intento.
Acallar mi mente, serenar el alma
Eso intentaba antes de imaginarme el día de mañana
o de acordarme de ayer y esconder la carcajada de las tonterías que hice.


Aquí entre nos, 
he oído de malas lenguas, (lenguas que han ido a la cárcel)
que a través del silencio viene superman, 
que se aparecen los pitufos,
que te observan los muertos,
que tu alma viaja,
que te besa un ángel,
que te escucha Dios.
Yo no sé qué es lo que me pasará a mi. Pero aún así lo intento.




Intento guardar la lengua, ocultar los dientes; adiestrar las palabras para que no salgan, 
que no salgan las grandes, 
las palabrotas, 
las graves de vocales fuertes.


Y entonces, llega un silbido entre la noche, 
llega el zumbido que dicen que es del refrigerador pero la verdad yo no lo creo.


¿Es ese el silencio?
¿Es ese el silen...
¿Es ese el...
¿Es el...
¿El...


Lo juro por lo que más amo en mi vida. Siempre trato seguir el ritual para escuchar el silencio,
todos los días, todas las noches y siempre... me quedo dormida.


Marielitazul


Soy normal

No sé qué hora sea esta.
Mis manos huelen a acetona fresca, el barniz de mis uñas no se ha ido del todo.


¿Qué más puedo decir?

Mi nariz no es perfecta, lo noto siempre en este clima de impaciencia,
con esta humedad del pensamiento y cuando hay polvo.


Hay trastes sucios en casa,
metáforas en la cabeza.


El arroz con leche todavía no se acaba.


La realidad se asoma entre mis ojos y los tuyos.


¿Qué más te puedo decir?


Ahora pareciera que empieza a darme tos,
tengo la carcajada de un niño clavada en la espalda,
algún graznido entre faringe y tráquea
 y el cuernillo del demonio, o de mi novio
(sí, ese que todavía no tengo porque no le he dicho que también me gusta)


Suelo distraerme al mirar por la ventana cuando llueve,
aspirar recuerdos, sintetizar miradas,
imaginar goteras en los ojos de algún Dios morado,
de algún Dios de chocolate como todos,
como todos en los que no creo.


Puedo decirte que mi vida ha dado un giro desde que conocí las gomitas,
desde que probé un pandita rojo con la punta de mi lengua.
Sólo la punta,
la puntita del cielo,
del cielo de mi mundo,
de mi mundo que no es real.

Marielitazul

sábado, 6 de agosto de 2011

A las 10:30



Me dijeron que pronto volvería al infinito y desde aquel entonces asisto puntual a un desfile de largas horas.
Todos los días a las 9:00 y a las 10:00. 
Generalmente, a la 1:00 a las 2:00 ó a las 5:00, 6:00 de la tarde. 
Otras veces a las 7:00 y muchas otras siento que a todas horas estoy y me ausento.


La cosa pasa desde la primera vez que vi al mundo 
y el mundo entró a mis ojos 
y mis ojos fueron llovizna y luego lluvia tibia
y luego lloraron como quien hace enfurecer una tormenta.


Desde aquel entonces, el impulso corre por mis venas. He crecido con la esperanza de volver mañana o algún día. De eso se alimentan mis entrañas, del spaghetti de cada día, del sonido frío, del eco aguado, 
del eco, del eco, del eco...


A las 5:00 el té de la tarde. 
A las 7:00 el messenger en la computadora.
A las 10:00 la gelatina de durazno.
A las 6:00 de la mañana el camión hacia la escuela.
A las 9:30 las clases.
A las 9:31 un sueño a media clase.
A las 9:32 un elefante choncho parado de cabeza en aquel sueño a media clase.
A las 10:30 am. La razón cae. He enloquecido.


Nací condenada al delirio. 
Desde aquella promesa de volver al infinito, el té se vuelve poca cosa y las cosas son pocas cuando se trata de explicar.


La primera vez que vi al mundo, el mundo me miró a los ojos y quiso llorar con todos sus mares y sus olas. 
Quiso llorar como lloran las tormentas, como lloran las cascadas, las verdes, las dulces y saladas. 
Y el humano se le vino encima como quien pisa chicles de menta en alguna alfombra vieja. 
Y todos los días el mundo ve la hora y escucha el ruido del tiempo caer por la ventana. 


A la 1:00.
A las 2:00.
A las 5:00 de la tarde y a todas horas el mundo está y se ausenta.


El mundo gira para encontrar su cola, se traslada y no ve ni encuentra.
No ve ni encuentra, ni haya la forma, como yo, de volver al infinito. 
Se le pierde el tiempo entre los dedos, se le oculta el atardecer entre raíces.
La sombra invade el cuerpo esférico. Las estrellas le rinden culto al sol y el sol se crece. 
El mundo explota.


A las 10:30 y a todas horas.
La razón cae. 
Hemos enloquecido.

Marielitazul