lunes, 9 de julio de 2012

Extrañarte

A las 3:00 de la mañana Eric, un conductor ebrio, casi mata a una muchacha flaca que vagaba descalza y poseída, con los ojos en blanco, por un callejón.


A las 6:30 nació un pollito verde. ¡Vieras que ternura! Los científicos celebraron el éxito obtenido de esa mutación. La combinación de genes entre reptiles y aves al fin dio resultado. Algo bien. Lindo. Coqueto. Un pollito verde iguana. Adorable. No que el huevo morado de la semana pasada, que justo al medio día se abrió y salió quién sabe qué cosa amarilla, deforme y con escamas.


A las 8:25 es la aplicación de un examen Teórico-Práctico de la facultad de Medicina y alguien que llegó a la escuela después del trabajo siente que ya reprobó y ni siquiera ha dormido bien. 


A las 9:45 am, la leche que una señora puso a hervir para su hijo ya se quemó. Ha de ser por el vecino que seguido se da a la tarea de recoger el correo de la señora en las mañanas y entregarlo a domicilio. El niño tiene entendido que su mamá no sabe leer y necesita ayuda.


A las 10:50 se terminó el recreo y hay un niño parado frente a un basurero. Duda entre tirar la torta o guardarla en la mochila. Recuerda las veces que su mamá encontró un par de tortas (o más) escondidas  y amontonadas todas en un rincón de su recámara, como buen cultivo de bacterias. Pero el remordimiento de los niños de África que se mueren de hambre (eso lo vio en un documental que su misma madre le hizo ver la vez pasada) no lo deja en paz. 
La maestra está a punto de cerrar el salón y pasar lista. La torta cae con todo su jamón y su queso envuelta en servilletas de colores y una bolsa de plástico en el cesto de basura. Mientras corre, el niño va pensando que tal vez el camión que recoge la basura en la escuela llega hasta África. Eso lo hace sentir mejor. 


A las 11:15. Una niña perdió todos sus tazos. Pero poco importa, no eran suyos. Los vio tan solos cuando entró al salón. Eran del niño de la torta africana. 


A las 12:39. Una mosca mexicana entra aun restaurante italiano. Todo era muy bello. ¡Qué bien olía! Quizás ahí sí la tratasen bien. De pronto un trapo viejo la golpeó. Salió indignada, echando madres. La banda, es decir, las demás moscas mexicanas, se indignaron también. De pronto el Restaurant Italiano se vio infestado de moscas y mosquitas mexicanas. La batalla del año. 
Salubridad clausuró el lugar de las mejores pastas italianas en la ciudad. 


La una en punto.
Las dos cuarenta.
Las tres. 
Las cuatro con cincuenta. 
Las seis y media. 
Las siete cuarenta y cinco. 
Las ocho seis.
Las nueve quince. 
Las diez diecinueve. 
Las once cincuenta y seis.


Las doce y alguien extraña a alguien. 
Ignora los sucesos del día. Alguien sólo piensa en ti. 
Han pasado varias horas sin verte. Un montón de cosas pasan en el mundo. Pero tú ahora eres su mundo y si no te ve, si no te lee, si no te oye...


                                 Todo de pronto


                               D    E    S   A  P  A  R  E  C  E

Nothing else matters



Poco pueden, he dicho, los cuerpos sólidos o fantasmales. 
                                        Nada saben pues, 
                                                                      nada entienden.


La culpa está en ese par de globos oculares y en medio ¡la nariz!.
La culpa está en ese nervio que no hace bien su trabajo y deja al mundo de cabeza. 
La culpa está en los súperheroes egoístas. Superman, por ejemplo, que con su súper-visión que tiene percibe otras cosas. 
Dime, ¿Qué le cuesta enseñarnos un poco? 
La gente sabría entonces que poco importan los cuerpos sólidos o fantasmales, que nada pueden los seres materiales ante la mente que los mueve y ¡Qué mente!, ¡Qué mentes!.
Quizá la culpa está en Dios que no debió darnos vista sino tacto, como a los ciegos, que no ven pero perciben otras cosas.
 El amor, por ejemplo.
Aunque pensándolo bien, la culpa está en el Consumismo y en el engaño de la felicidad. 
Las personas consideran su importancia equivalente a la cantidad de bienes materiales. Esto divide al cuerpo del alma. Esto deja al cuerpo igual que a un cascarón, duro y vacío. 


¿Qué le vamos a hacer?
Este tema es un juicio largo. 
Los presuntos culpables viven en su respectivo infierno. 
Superman seguro está atrapado en Kriptón,
Dios en la boca de un ateo 
y la humanidad anda perdida en algún súpermercado. Quizás la vida está encerrada en una caja de cereal


                                                                                                (como regalo y a mitad de precio).


Poco pueden, he dicho, los cuerpos sólidos o fantasmales ante el amor.