lunes, 9 de julio de 2012

Nothing else matters



Poco pueden, he dicho, los cuerpos sólidos o fantasmales. 
                                        Nada saben pues, 
                                                                      nada entienden.


La culpa está en ese par de globos oculares y en medio ¡la nariz!.
La culpa está en ese nervio que no hace bien su trabajo y deja al mundo de cabeza. 
La culpa está en los súperheroes egoístas. Superman, por ejemplo, que con su súper-visión que tiene percibe otras cosas. 
Dime, ¿Qué le cuesta enseñarnos un poco? 
La gente sabría entonces que poco importan los cuerpos sólidos o fantasmales, que nada pueden los seres materiales ante la mente que los mueve y ¡Qué mente!, ¡Qué mentes!.
Quizá la culpa está en Dios que no debió darnos vista sino tacto, como a los ciegos, que no ven pero perciben otras cosas.
 El amor, por ejemplo.
Aunque pensándolo bien, la culpa está en el Consumismo y en el engaño de la felicidad. 
Las personas consideran su importancia equivalente a la cantidad de bienes materiales. Esto divide al cuerpo del alma. Esto deja al cuerpo igual que a un cascarón, duro y vacío. 


¿Qué le vamos a hacer?
Este tema es un juicio largo. 
Los presuntos culpables viven en su respectivo infierno. 
Superman seguro está atrapado en Kriptón,
Dios en la boca de un ateo 
y la humanidad anda perdida en algún súpermercado. Quizás la vida está encerrada en una caja de cereal


                                                                                                (como regalo y a mitad de precio).


Poco pueden, he dicho, los cuerpos sólidos o fantasmales ante el amor.

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